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Jazz, una expresión de creatividad ilimitada

Composiciones improvisadas invaden durante este mes muchos pueblos y ciudades del mundo. Abril es el mes del Jazz en Estados Unidos y, desde el año 2011, el 30 de abril es el Día Internacional del Jazz

En noviembre de 2011, durante la Conferencia General de la UNESCO, la comunidad internacional proclamó el 30 de abril como el Día Internacional del Jazz al reconocer que, por su historia y evolución, trasciende como expresión artística hasta convertirse en una síntesis de diversas culturas en una combinación armoniosa.

Meses antes, el jazzista estadounidense Herbie Hancock fue nombrado Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO reconociendo su compromiso con la promoción de la paz a través del diálogo, la cultura y las artes. El artista  preside la cátedra de jazz de la Asociación Filarmónica de Los Ángeles y el Instituto Thelonius Monk, el mayor organismo internacional dedicado al desarrollo del jazz y de la educación musical en el mundo.

La celebración del primer Día Internacional del Jazz se desarrolló con una jornada llena de actividades en París, Nueva Orleans, La Habana, Moscú y Nueva York, con actuaciones en vivo, clases magistrales y proyecciones audiovisuales. Estambul acogerá este año las principales celebraciones del Día Internacional pero están previstos más de ochenta eventos en más de treinta países.

Además de por la mezcla de elementos procedentes de diferentes continentes, desde sus inicios, el Jazz se caracteriza por la improvisación y la superposición de ritmos regulares e irregulares. Es incuestionable que se trata de un género vivo, de lenguaje universal, lleno de influencias, portador de símbolos y de experiencias integradoras.

El Jazz nace a comienzos del siglo XX en los Estados Unidos fruto de la confluencia en ese escenario de las tradiciones musicales afroamericanas y europeas. Elementos de los continentes africano, norteamericano y europeo se entremezclan en esta rica expresión cultural. La población negra del África occidental, trasladada a la fuerza para trabajar como esclavos al sur estadounidense, aportó sus ritmos ancestrales y su escala musical de cinco tonos.

Los elementos afroamericanos beben del sincretismo de las tradiciones africanas y del cristianismo protestante. Los esclavos, siempre que tenían la oportunidad  de reunirse, se acompañaban de sus típicos instrumentos de percusión como las quijadas de vaca o las calabazas secas con piedras en su interior, instrumentos hoy vivos en diversas expresiones musicales afrodescendientes de América Latina y el Caribe, no tanto en América del Norte, donde existían fuertes prohibiciones sobre las manifestaciones culturales públicas de los esclavos.

Los domingos en Congo Square constituían una excepción. Nueva Orleans era el contexto atípico estadounidense que reunía a personas de origen africano, francés, caribeño, italiano, mexicano y alemán. A principios del XIX, a los esclavos se les permitía, como medida de estímulo, recrear sus bailes y ritmos en este espacio público el último día de cada semana, lo que supuso que al menos en esta zona pervivieran estas tradiciones africanas.

Asimismo, en las ceremonias protestantes participaban animando los cantos religiosos con nuevos ritmos y palmas, con el consentimiento de la comunidad para esta activa participación. Esta fusión de ritmos, instrumentos e incluso lenguas entre la población negra y la europea, tanto en el ámbito religioso como en el productivo, contribuyó a la creación de importantes géneros musicales propios de la identidad cultural afroamericana, como el Gospel, el Blues y el mismo Jazz.

Una vez abolida la esclavitud, los negros pudieron comprar instrumentos, sobre todo metales y tambores, procedentes de los ejércitos que acaban de finalizar la guerra, mientras otros aprenden a tocar el órgano y el piano en las iglesias. De esta manera, fundan sus primeras orquestas en las que mezclan sus propios ritmos con los géneros que escuchaban los señores de las casas procedentes de Europa, como el vals, la polka y las marchas, entre otros. En este primer momento, a finales del XIX, es cuando surge el Ragtime, estilo pianístico considerado uno de los antecedentes del Jazz y caracterizado por superponer ritmos regulares y sincopados interpretados con cada una de las manos, respectivamente.

Partiendo de un contexto de desigualdad para sus protagonistas y desde sus raíces africanas e influencias europeas, surge una expresión cultural que supera la opresión y su marco geográfico para viajar y convertirse en parte del mundo, adaptándose a las peculiaridades culturales de aquellos países que alcanza y favoreciendo el entendimiento mutuo.

El Jazz nace y se nutre de la diversidad cultural, de la heterogeneidad de identidades y de sus conocimientos, tradiciones, prácticas, saberes y talentos que enriquecen el género, lo renuevan y mantienen vivo y en constante creación.

Es un género inclusivo y respetuoso que permite el desarrollo del estilo personal de cada artista quien, a su vez, tendrá que saber compartir espacio sonoro con otros talentos. Mediante la improvisación y la colaboración, elaboran libremente piezas inéditas y únicas dando rienda suelta a la imaginación, al impulso y a la creatividad ilimitada que nace de la genialidad y de las pasiones de sus intérpretes. Estas son algunas de las razones por las que el Jazz continúa siendo una expresión musical atractiva para los músicos jóvenes, ya que les otorga la oportunidad de inventar, recrear, contribuir, innovar y difundir el estilo, haciéndolo igualmente seductor para el público aficionado.

Además de promover el diálogo intercultural, la libre creatividad y la activa participación de los jóvenes, es un género musical que fomenta la igualdad de género. Es cierto que pensando en la presencia de las mujeres en el Jazz, muchas aparecen relacionadas con la vertiente vocal, es decir, las mujeres como cantantes, casi empleando sus voces como instrumentos y también como pianistas. Sin embargo, indagando en orquestas y bandas de todos los tiempos y territorios surgen mujeres intérpretes de batería, saxofón o contrabajo, entre otros instrumentos. Hay que tener en cuenta que en los inicios estas mujeres, al igual que otras tantas en otros ámbitos, tuvieron que luchar para hacerse un hueco en los clubes de Jazz que empezaron a surgir en los Estados Unidos. No obstante, finalmente consiguieron introducirse y disfrutaron de mayores libertades de lenguaje, indumentaria y comportamiento que la sociedad del momento, por lo que se acabaron convirtiendo en espacios de esparcimiento al margen de los corsés que les imponía la realidad.

Asimismo, en torno al Jazz se han ido estableciendo en todo el mundo prestigiosos festivales que son la plataforma ideal para favorecer el encuentro de músicos de diferentes regiones, suscitar futuras colaboraciones, teorizar sobre el género y difundirlo entre un público cada vez más joven. Uno de los más concurridos e importantes es el New Orleans Jazz & Heritage Festival (Festival de Jazz y Patrimonio), popularmente más conocido como Jazz Fest, creado en abril de 1970 y que reúne a  cientos de miles de personas en torno a sus talleres y conciertos de Jazz, Blues, Gospel, Funk y música africana y caribeña, entre otros géneros. En su primera edición, a la que acudieron no más de trescientas cincuenta personas, participaron entre otros Mahalia Jackson, Duke Ellington, Pete Fountain, Fats Domino, La Preservation Hall Band y se programaron desfiles diarios con la Olympia Brass Band y los Mardi Gras Indians. En el 2001, el festival celebró el centenario de Louis Armstrong rompiendo todos sus récords al contabilizar una asistencia total de 650.000 personas y  una asistencia en un solo día de 160.000.

En Euskadi también contamos con importantes festivales durante la época estival. Getxo, Gasteiz y Donostia, con una escogida y diversificada programación de conciertos, se han constituido como espacios clave de la escena jazzística, consiguiendo que el verano suene a Jazz, siendo cada vez más los jóvenes los que acuden a estos encuentros como citas ineludibles.

Tanto los festivales como la industria discográfica vinculada al Jazz, no solo transmiten música, sino todo lo que hay tras ella, es decir, ayudan a acercar las culturas y promueven positivos valores sobre la diversidad cultural, el entendimiento mutuo y el diálogo intercultural, además de generar empleo y beneficios económicos.

En su proclamación del Día Internacional del Jazz, la UNESCO vio muy claras las características y las potencialidades de esta expresión cultural para:

  • romper barreras y crear oportunidades para la comprensión mutua y la tolerancia;
  • promover la libertad de expresión;
  • ser un símbolo de unidad y paz;
  • reducir tensiones entre individuos, grupos y comunidades;
  • fomentar la igualdad de género;
  • reforzar el papel que juega la juventud en el cambio social;
  • promover la innovación artística, la improvisación, nuevas formas de expresión y la integración de músicas tradicionales en las formas musicales modernas; y
  • estimular el diálogo intercultural y facilita la integración de jóvenes provenientes de medios marginados.

En un contexto como el actual, caracterizado por crisis económicas y sociales, resulta muy interesante hablar de innovación, cohesión social y de recursos ilimitados asociados a cultura, en este caso a una expresión concreta, el Jazz. Todo apunta a que los modelos de desarrollo diseñados e implementados hasta el momento han obviado esta dimensión del desarrollo: la cultura.

Sin olvidarnos del potencial de la cultura y la necesidad de su inclusión en las estrategias de desarrollo, disfrutemos de los ritmos, las melodías y las improvisaciones de los conciertos programados en el mes de abril y durante todo el año.

Texto original de Begoña Guzmán, responsable de cultura de UNESCO Etxea, publicado en marzo 2013 en la revista digital KMON https://www.kmon.info/es/articulos-y-entrevistas/jazz-expresion-creatividad-ilimitada)

Más información sobre el Dïa Internacional del Jazz https://jazzday.com/

Imagen: Esperanza Spalding en el Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz (Iker Merodio, 2012)


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