
La construcción de lazos comunitarios como generador de cultura de paz
El sentimiento de pertenencia a una comunidad es una herramienta crucial para construir una paz duradera desde los cimientos. Entender tu comunidad como una extensión de uno/a mismo/a, ver a las personas que la componen como gente afín, con inquietudes y algunas similitudes y diferencias es una concepción sumamente sana, mucho más que la promoción de las diferencias con otras comunidades como elemento rector en la construcción de una identidad común.
Todo ello fomenta la creación de unos lazos que permiten identificarse con el otro, de forma que se pueda trascender un individualismo que parece querer imponerse como natural o propio de la condición humana en estos momentos. Este individualismo conduce de forma casi inevitable al enfrentamiento, y asumirlo sería el camino fácil, la vía del no hay alternativa; no obstante, a cualquier persona con una mínima inquietud humanista, le corresponde un sendero más complicado: el de la organización y la construcción de espacios donde se consigan establecer estos vínculos comunitarios con el fomento de una cultura de paz que es tan necesaria como posible.
Por ello, es menester preguntarse dónde y cómo construir estos espacios y vínculos. Un elemento clave es la educación, a través de un proceso de socialización se puede promover una resolución de conflictos pacífica de forma grupal desde edades muy tempranas, logrando una implicación en comunidad que plantee soluciones a todo tipo de problemáticas, desde cuestiones más locales hasta cuestiones de relevancia social a nivel internacional. La educación es política, y por tanto, orientada hacia una concepción de esta que aborde la paz, la igualdad, la diversidad y el cumplimiento de los derechos humanos, podemos construir (desde abajo) una paz positiva duradera.
Otro espacio vital es la cultura, debido a que, mediante las tradiciones, los hábitos y el desarrollo artístico, una comunidad “crece” y se “desarrolla”. Prestando atención de forma más detenida al arte, cualquier tipo de expresión artística como expresión de la experiencia humana (aunque no solo) puede tener un componente social/comunitario que permita crear identidad grupal y una cultura de paz. En literatura, arquitectura, cine, música… se pueden tratar, directa o indirectamente temas relativos a la comunidad y a la paz o que simplemente generen identificación con otras personas.
Por otra parte, también es importante atender, más allá de la obra en sí, la experiencia colectiva a la hora de “consumir” este arte, debido a que puede generar un vínculo comunitario muy fuerte. Podemos incluir aquí cuestiones que van desde el uso de espacios arquitectónicos concebidos como zonas comunes, hasta las experiencias colectivas de consumo del arte por ejemplo en conciertos. Este tipo de espacios son cruciales para construir una cultura de paz en la medida en la que posibilitan el encuentro en la propia comunidad pero también entre comunidades, encontrando las semejanzas y entendiendo las diferencias.
A modo de conclusión, entender el poder del vínculo comunitario como un fundamento de la construcción de la paz requiere atender a diferentes aspectos que posibilitan este fenómeno, desde el fomento del arte, la educación y la cultura como elementos integradores en el ámbito comunitario, hasta la necesidad de pensar en la orientación de estas categorías hacia un proyecto de paz.
Unai Ortiz Urbizu. Alumno del grado en Filosofía, Política y Economía de la Universidad de Deusto. www.linkedin.com/in/unai-ortiz-858814217